Lun. Dic 23rd, 2024

Hace un par de días estaba de regreso en Monterrey caminando por el centro, específicamente por la calle Hidalgo, y recordé que un ex compañero de la facultad, Abel, se llama, me mensajeaba preguntándome sobre mi experiencia en una de las desarrolladoras en las que trabajé.

Le di mi respuesta y posteriormente le interrogué si entraría a trabajar ahí. Su respuesta me sorprendió, ya que me contestó que no, pero que hacía un tiempo había ido a entrevista laboral con uno de los arquitectos socios de esa desarrolladora.

Hasta aquí, y después de que él tardara en seguir escribiendo, pensé que seguramente no le había gustado la metodología de trabajo, el sueldo, el tema de los horarios, etc, lo típico por lo que uno puede rechazar una oferta laboral.

Pero vaya sorpresa me llevé cuando por fin me mandó los siguientes mensajes en donde me decía que, efectivamente, su entrevista no fue la mejor, pero no por los motivos que yo había pensado mientras me dejaba en suspenso y veía en la conversación del chat la palabra escribiendo.

Su entrevista se había convertido en un debate sobre el desarrollo de proyectos verticales, la mayoría de usos mixtos (comercial, oficinas y vivienda) que actualmente sufre el centro de Monterrey. Él siguió escribiendo y yo atento a estos mensajes que le habían dotado de un poco de picardía a una mañana aburrida en la oficina.

Abel, me daba a entender que su postura era crítica a la forma desmedida en que se estaba modificando el centro, a contra parte de su entrevistador que defendía, al parecer sin un buen análisis histórico, social y económico el desarrollo de tantos proyectos, argumentando que Monterrey está en un proceso de desarrollo de proyectos verticales similar a lo que en su momento tuvo Manhattan, en Nueva York.

Confieso que para mí está parte fue el climax de la conversación, el resto de los mensajes que siguieron ya fueron puro trámite para terminar de mensajear. Mi cabeza estaba vuelta loca recordando las veces que había leído o escuchado palabras parecidas, pero igual de estúpidas.

“Monterrey es el Nueva York de México” recuerdo haber leído en una ocasión en Twitter (así le seguiré diciendo a esa red social). Esa declaración hacía referencia a un nuevo proyecto vertical llamado Rise que según la publicidad sería el más grande de Latinoamérica.

No es la primera vez que sé de un desarrollador que dice algo parecido, ya van varios. Así como en redes sociales, como lo acabo de comentar o en uno que otro podcast que hablan de la arquitectura y de la ciudad. Al parecer, esta idealización de Monterrey, acompañada del fantasma con complejo de inferioridad de Alfonso Martínez Domínguez (el gobernador que mandó a hacer la Macroplaza porque él quería tener la plaza más grande de todo el país) está muy presente en los desarrolladores inmobiliarios, así como en el mundillo de la arquitectura y urbanismo regiomontano.

En otras palabras, todo parece indicar que estamos presenciando El Manhattanismo Regio Tardío, pero muy tardío… tan solo ciento veinte años después.

Nota 1:

El termino Manhattanismo es utilizado por Rem Koolhaas en su libro Delirio en Nueva York.

… el manhattanismo, cuyo programa (existir en un mundo totalmente inventado por el hombre, es decir, vivir dentro de la fantasía) era tan ambicioso que, para hacerse realidad, nunca podía enunciarse abiertamente…”

“El manhattanismo es la única ideología urbanística que se ha alimentado, desde su concepción, de los esplendores y las miserias de la condición metropolitana (la hiperdensidad) sin perder ni una sola vez su fe en ella como fundamento de una deseable cultura moderna. La arquitectura de Manhattan es un paradigma para la explotación de la congestión.”

Nota 2:

Al terminar de escribir este texto, me topé con una publicación extraordinaria del monero Guffo Caballero. Sin mucha esperanza le escribí, le comenté de mi texto y le solicité el permiso para usar su ilustración como portada. Me contesto casi de inmediato y hoy puedo decir que este texto que acabas de leer tiene como portada una ilustración de Guffo. También puedo decir que Guffo me acaba de apadrinar, pero eso me hace sentir como un prospecto a charro sindical.

By Jona

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