Lun. Dic 23rd, 2024

El estúpido acto de arrogancia ante la vulnerabilidad.

Hace unos días, la empresa en la que trabajo organizó una plática sobre masculinidades, como parte de la campaña de género. De entrada, me sorprendió el tema, era la primera vez que en una empresa en la que laboro tenga una plática de este tipo.

La charla, que era en línea, fue impartida por un tal Checo Hernández, y era la primera vez que escuchaba de él. Inició dando un aviso, diciéndonos que había altas posibilidades de que muchos de los hombres conectados se sintieran incómodos con los temas que se tocarían.

Después de su advertencia, más que aviso, empezó a dar datos estadísticos sobre violencia relacionada con el machismo y tazas de suicidio en hombres, con el fin de darnos un panorama de la salud mental.

Ya con los datos expuestos y con una perspectiva esclarecida de salud mental, entró de lleno al tema de una manera que en verdad no me esperaba.

El tipo se fue directo a hablar de las heridas de su infancia, la relación con su padre desde su niñez hasta hoy en día. ¿Tienen idea de lo complicado que es detectar dichas heridas, sanarlas y después abrirse a hablar de ellas en público? Desde mi punto de vista, es un acto de muchísima valentía, y cuando alguien se abre exponiendo sus vulnerabilidades de esa manera tiene mi total atención y respeto.

En la charla también tocó el tema de roles de género y los mandatos patriarcales que todo “macho alfa” debe de cumplir como: los hombres no lloran, compórtate como hombre, eso es de niñas, eres el hombre de la casa, y más frases de ese  tipo que se nos dice desde niños y vamos adaptando nuestro comportamiento con esa dañina narrativa.

Mientras escuchaba todas estas frases, me levanté por café y volteé hacia mis compañeros para ver sus caras en esta parte de la plática, que sin duda era incómoda. No me fue sorpresivo ver a varios que no se conectaron, algunos otros conectados, pero con una actitud evasiva revisando el celular o haciendo otras cosas que no eran ni de trabajo ni de la plática.

Como ya es habitual en este tipo de foros, se terminó con una parte de preguntas y respuestas, ¿cómo le hago para que mi hija no termine con un tipo malo? ¿Qué me recomiendas para trabajar en estos temas?, etc; la plática terminaba bien.

Al día siguiente, en el desayuno mensual que se organiza en el área a la que pertenezco, nuestra directora, que encabeza la campaña de género, se dirigió a algunos de mis compañeros con la sencilla, y en este caso, incómoda pregunta de qué les había parecido la plática.

El primero de mis compañeros dijo que no se había podido conectar, y con un tono de sufrimiento, argumentaba que tenía muchísimo trabajo y que por eso no pudo.

El segundo, también comentó que no había podido conectarse y quiso cambiar el tema, señal inequívoca de incomodidad. 

El tercero comentó que él sí se había podido conectar a la plática y su opinión era que él ya lleva a cabo todo eso y que pudo haber estado mucho mejor, que los temas tocados ya eran muy repetitivos.

El cuarto, siguió la misma línea que su antecesor, prácticamente la misma opinión y agregó que la charla pudo haber profundizado mucho más.

Mientras comía mis tacos de birria, no podía dejar de darle vueltas a las cuatro respuestas, esto debido a que conozco bien al menos a los primeros tres compañeros. Como si se tratase de complicidad, las respuestas trataban de validarse en forma de pares.

Mientras le ponía más limón al taco, no pude dejar de pensar en las siguientes preguntas retóricas que acá les dejo.

¿Por qué nos es tan difícil lidiar con la incomodidad cuando se nos cuestionan los privilegios? ¿Por qué nos sigue incomodando hablar de la salud mental entre hombres? ¿Por qué seguimos evadiendo estos temas con excusas tan, pero tan baratas? ¿Por qué nos comportamos tan arrogantes en estos temas como si fuéramos expertos y ya no hay nada más que aprender al grado de mentir? ¿Por qué nos sigue costando tanto el sentirnos vulnerables? ¿Si son temas tan repetitivos, como comentaron dos de ellos, por qué seguimos repitiendo los mismos errores? ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que la seguimos cagando? ¿A qué chingados le tenemos miedo?

By Jona

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7 comentario sobre «El estúpido acto de arrogancia ante la vulnerabilidad.»
  1. Jajajajjajajaja mi parte fav “mientras más limón le ponía al taco” jajaja ntc ya en serio yo no tuve la oportunidad de escuchar la plática y si llamo mucho atención ese tema está padre q en la empresa lo hagan y lo triste que muchos hombres pueden crecer internamente con estos temas pero no todos los aceptan de la misma manera

  2. Jajajajjajajaja mi parte fav “mientras más limón le ponía al taco” jajaja ntc ya en serio yo no tuve la oportunidad de escuchar la plática y si llamo mucho atención ese tema está padre q en la empresa lo hagan y lo triste que muchos hombres pueden crecer internamente con estos temas pero no todos los aceptan de la misma manera

    1. Gracias por leerme, Maribel. Jajaja es que sí le hacía falta más limón al taco.
      Y pos qué te digo, nos hace mucha falta romper con estigmas de la salud mental en los hombres.

  3. Pkm! Gracias por compartir y gracias por tener una mentalidad distinta; por ser un factor de cambio en este mundo que tanto necesita que nos hagamos responsables de lo que somos, de lo que nos tocó vivir y que ahora debemos transformar en algo positivo para nosotros y no sólo para los «nuestros», sino para el mundo entero, ¡y en todos los aspectos!

    Saludos 🙂

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